lunes, 20 de octubre de 2008

PRECURSORES DE LA INDEPENDENCIA. LOS COMUNEROS

Precursores de la Independencia
El proceso de la emancipación hispanoamericana y en particular de Venezuela se incuba y desarrolla a todo lo largo del siglo XVIII. Motines, asonadas, rebeldías, insurrecciones de carácter individual o colectivo se suceden en ese período. Casi todas eran manifestaciones del descontento de los criollos, de los indios y de los esclavos por causas económicas y sociales, más que políticas; eran casi todas una repetida protesta contra las contribuciones, impuestos, gravámenes, injusticias, abusos y exacciones a que eran sometidos por las autoridades españolas. En cuanto a los esclavos, manifestaban su anhelo común de conseguir la libertad. Todos esos movimientos en Venezuela no pueden ser considerados como precursores de la independencia nacional; pero sí contribuyeron a unificar y fortificar el sentimiento nacional de una población que ya manifestaba de un modo u otro, aún sin ideal definido, su repudio al sistema imperante; son eslabones de una larga cadena de reivindicaciones y protestas. He aquí los principales: a) La rebelión de Andresote en el valle del Yaracuy (1730-1733); b) el motín de San Felipe el Fuerte (1741); c) la rebelión de El Tocuyo (1744); d) la Insurrección de Juan Francisco de León (1749-1751), y e) el movimiento de los Comuneros de los Andes (1781). A ellos habría que agregar otros que además de las motivaciones económicas y sociales que los originaron, también se proponían cambios políticos, que fueron los siguientes: a) movimiento de José Leonardo Chirino y José Caridad González (1795); b) conspiración de Manuel Gual y José María España (1797); c) tentativa de Francisco Javier Pirela (1799), y d) invasiones de Francisco de Miranda (1806). Veamos brevemente cada una de esas acciones:

Rebelión de Andresote: Andresote, apodo del zambo Andrés López del Rosario, se alzó en armas, entre 1730 y 1733, contra las autoridades españolas, a pesar de que su insurrección en el valle del Yaracuy iba dirigida contra los funcionarios de la Compañía Guipuzcoana que ponían obstáculos al contrabando entre la costa y la isla de Curazao; su levantamiento tuvo éxito al principio pero se vio obligado a abandonar la lucha; con algunos seguidores, se embarcó en una balandra holandesa y nunca regresó a Venezuela. Pero en las montañas del Yaracuy quedó el foco de la sublevación que sólo llegó a ser dominada gracias a la colaboración que misioneros capuchinos prestaron a las autoridades.

Rebelión de San Felipe: Movimiento organizado por la población sanfelipeña, liderada por los notables de la ciudad, en contra de la designación de Ignacio de Basazábal como teniente y justicia mayor de San Felipe, funcionario enviado por el gobernador Gabriel de Zuloaga con el fin de erradicar el contrabando realizado por casi todos los sectores socioeconómicos de los valles del Yaracuy. Basazábal debía proceder de común acuerdo con el gobernador y con la Compañía Guipuzcoana. El 4 de enero de 1741 fue destituido de su cargo Basazábal y tomaron el control de la ciudad los capitulares, encabezando a la población en armas que estaba dispuesta a combatir cualquier intento de pacificación violenta. Analizada la situación de la provincia, a Zuloaga no le quedó otro camino que enfrentar el movimiento por medios pacíficos, hecho que se logró el 16 de febrero siguiente.

Rebelión de El Tocuyo: Movimiento en el que participó un heterogéneo grupo de habitantes de la ciudad de El Tocuyo, integrado tanto por gente del común como por influyentes vecinos, algunos de ellos miembros del cabildo local. Estalló el 11 de mayo de 1744 en desobediencia a la orden dada por el gobernador Gabriel de Zuloaga de reunir 200 soldados españoles y 150 indios flecheros con destino a la defensa de Puerto Cabello. Los amotinados alegaban que no marcharían a dicho puerto por las condiciones de insalubridad allí reinantes y por el temor de tener que someterse a la tutela de la Compañía Guipuzcoana. La ciudad y los alrededores permanecieron bajo control de los rebeldes durante varios meses, pues aún para diciembre de ese año, Zuloaga informaba al Rey la situación, indicándole que no había hecho nada al respecto temiendo el maltrato de cualquier comisionado que enviara, y porque la situación de peligro que aún reinaba en el mar Caribe le impedía movilizar tropas hacia El Tocuyo.

Insurrección de Juan Francisco de León: «teniente cabo de guerra y juez de comisos» en Panaquire, Juan Francisco de León, en abril de 1749, se puso a la cabeza de unos 800 amotinados, descontentos contra los procederes de la Compañía Guipuzcoana. Se presentaron armados en Caracas y como el gobernador no cumplía su palabra de expulsar a la compañía, León volvió meses más tarde a la cabeza de 8.000 manifestantes. En 1751 organizó una tercera manifestación armada. Él y su hijo Nicolás fueron derrotados; se entregaron después de haber huido; llevados a España, León murió allí y más tarde su hijo regresó a Venezuela. El movimiento reflejaba el descontento de los colonos y aunque su propósito no era romper con España, representó el primer eslabón del proceso integrador de la nacionalidad venezolana. Algunos historiadores le restan importancia a la rebelión de León en el proceso de emancipación, no así Arístides Rojas y Vicente Lecuna quienes lo sitúan como el iniciador de dicho proceso. «…La plaza de la Candelaria [escribe Lecuna] es el Monte Sacro de Venezuela. En ella se inició la lucha por la libertad individual, cuando Juan Francisco de León, en el siglo XVIII, levantó el estandarte contra la tiranía de la Compañía Guipuzcoana…» Los primeros movimientos insurreccionales, no tenían un ideal definido. Es sólo en la 5 últimas décadas del siglo XVIII, cuando verdaderamente se inicia el período de la emancipación que en Hispanoamérica arranca de las rebeliones de Túpac Amaru en el Alto Perú, en 1780, y de los Comuneros de Nueva Granada, en 1781.

Rebelión de los Comuneros de los Andes: Movimiento de protesta que estalló en la región andina venezolana en mayo de 1781 contra la política fiscalista del Gobierno español que desde Caracas era ejecutada por el intendente José de Ábalos. Gritando consignas contra el mal gobierno y los elevados impuestos, los comuneros se apoderaron de San Cristóbal, Lobatera, La Grita, Mérida y otros lugares, pero no pudieron dominar Trujillo. Encabezados por líderes como Juan José García de Hevia, confiscaron el dinero y el tabaco de las oficinas reales y desconocieron y apresaron a las autoridades. Fuerzas militares enviadas desde Caracas y Maracaibo sometieron a los comuneros a fines de octubre de ese año; los dirigentes fueron encarcelados y enjuiciados, pero en agosto de 1783 el rey Carlos III les concedió un indulto total.

Movimiento de José Leonardo Chirino y de José de la Caridad González: Tuvo todos los indicios de una verdadera insurrección de carácter social clasista y aun político. Los historiadores están de acuerdo en reconocer su importancia; José Gil Fortoul menciona ese suceso diciendo que con él empezó en Venezuela el movimiento revolucionario de emancipación; Eloy G. González lo califica como uno de los antecedentes de la Independencia; Pedro Manuel Arcaya destaca su importancia en el proceso emancipador y Federico Brito Figueroa y Eleazar Córdova Bello, lo consideran como una verdadera revolución social. José Leonardo Chirino, a la cabeza de unos 350 alzados entre negros, zambos e indios, marchó sobre Coro, pasó por las armas a varios blancos pudientes y quemó haciendas. Reclamaban la supresión de los impuestos, el establecimiento de la ley de los franceses, es decir la República, la igualdad de todos los ciudadanos, la abolición de los privilegios y la libertad de los esclavos y la entrega del gobierno a un cacique indígena. Derrotados por las autoridades, fueron severamente castigados: Chirino, juzgado por la Real Audiencia, fue condenado el 10 de diciembre de 1796 a ser descuartizado; su compañero José de la Caridad González fue asesinado en las calles de Coro. Esta rebelión de corte haitiano va a dejar muchas secuelas en todas las agrupaciones de esclavos y va a mantener un estado de agitación en localidades como Cumaná, Carúpano, Cariaco, Río Caribe y Maracaibo.

Conspiración de Manuel Gual y José María España: La más importante y la primera tentativa de separación de España para establecer una República independiente. Sus instigadores: Manuel Gual, capitán retirado y José María España, justicia mayor de Macuto. Para llevar a cabo su proyecto tomaron contacto con algunos españoles republicanos deportados de España y otros ciudadanos, entre los cuales estaban Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés Campomanes, Sebastián Andrés, José Lax, Manuel Montesinos Rico y Juan Xavier Arrambide. Un grupo de mulatos de La Guaira también estaba comprometido en el proyecto de sublevación. Su programa indica que se trataba de una verdadera revolución igualitaria político-social. Estaba contenido en las Ordenanzas cuyos artículos 32, 33 y 34 declaraban la igualdad natural entre todos los habitantes, la abolición del pago de tributos indígenas, la repartición de tierras entre éstos y la abolición de la esclavitud. El artículo 44 creaba una escarapela cuatricolor como bandera de la futura República libre. Las «proclamas» eran el vehículo propagandístico encaminado a buscar adeptos a la revolución. Asimismo hicieron circular la traducción de los Derechos del hombre y del ciudadano, hecha por Picornell y canciones revolucionarias como La canción americana y La carmañola americana. El proyecto de conspiración fue descubierto el 13 de julio de 1797. Gual y España se refugiaron en Trinidad donde continuaron su propaganda revolucionaria. España regresó clandestinamente a Venezuela; capturado, fue condenado el 8 de mayo de 1799 a la pena de muerte, arrastrado por las calles de la cola de un caballo, ahorcado en la plaza Mayor (hoy plaza Bolívar) y descuartizado. Varios de sus cómplices también fueron ahorcados. Gual murió, probablemente envenenado por un realista, en Trinidad en 1800.

Tentativa de Francisco Javier Pirela: La conspiración de Gual y España había encendido los ánimos y creado un ambiente propicio al desarrollo de las ideas «subversivas» en Venezuela y el área del Caribe; revolucionarios sinceros, aventureros y aun piratas veían con agrado el progreso de las ideas de libertad e igualdad y trataron de aprovecharlo, cada uno a su manera. El mulato Francisco Javier Pirela, sastre de profesión y subteniente de una compañía de milicias pardas, y el negro Joseph Francisco Suárez, empleado del vicario eclesiástico, se pusieron de acuerdo para organizar una sublevación en Maracaibo. Tenían el apoyo y complicidad de los hermanos Juan Gaspar y Agustín Bocé, corsarios provenientes de Puerto Príncipe (Haití) que llegaron a Maracaibo con sus goletas El Bruto y La Patrulla, el 6 de mayo de 1799. Pirela proporcionaría 200 hombres del cuerpo de milicias, quienes con la ayuda de las tripulaciones de los corsarios, debían «…embestir la ciudad, saquearla, matar a los blancos y ricos, echar por tierra el gobierno español y establecer la República…», según lo indica el informe del Consejo de Indias al Rey. La conspiración debía estallar en la noche del 19 de mayo. El santo y seña era la palabra «Antillen»; en la mañana del mismo día, la conspiración fue denunciada al gobernador Juan Ignacio Armada, marqués de Santa Cruz, por un cabo acantonado en la ciudad. El mismo Pirela, 4 horas antes de estallar la conspiración, confesó todo el plan al gobernador. Hubo 68 reos en prisiones separadas. Pirela fue condenado a 10 años de cárcel y enviado al castillo El Morro de La Habana por el crimen de «rebelión y lesa majestad».

Invasiones de Francisco de Miranda: Los primeros movimientos o insurrecciones, y en particular la conspiración de Gual y España, tuvieron repercusiones no solamente en las esferas revolucionarias de América Latina y el Caribe, sino también en los medios de los exiliados hispanoamericanos establecidos en Europa. En esos grupos de patriotas, jesuitas, políticos escapados de las cárceles de España o de América, criollos liberales y sus representantes en Londres, París y aun en Cádiz, que preparan la emancipación hispanoamericana, se destaca en primer plano la figura de Francisco de Miranda, verdadero Precursor de la Independencia de Venezuela e Hispanoamérica. Londres, desde 1784, se convirtió en el centro de sus primeras actividades patrióticas buscando el apoyo y ayuda necesarias para liberar a América que llama Colombia. De 1785 a 1789 recorre Europa buscando el respaldo a sus ideas; se alista en el ejército de la Revolución Francesa persiguiendo el mismo fin, pero no es sino en 1805 cuando podrá ejecutar su primera acción bélica. Va a Estados Unidos donde organiza, con la ayuda de amigos norteamericanos, su primera expedición hacia Venezuela. Está en Haití en 1806 donde el 12 de marzo crea e iza en su buque anclado en Jacmel, la primera bandera de Venezuela. Pensaba que el pueblo estaba preparado ya para apoyarlo. Había sido el más grande proselitista de la revolución. Ya circulaba, mandada a traducir por él, la famosa Carta a los españoles americanos de Juan Pablo Viscardo y Guzmán: «…la primera proclama de la revolución americana…», en palabras de Mariano Picón Salas. El 27 de abril de 1806 se presentó frente a Ocumare de la Costa con sus 3 goletas Leander, Bee y Bacchus. La expedición traía 200 hombres entre norteamericanos, ingleses y antillanos. Atacados sus barcos por fuerzas mayores, y capturadas 2 de sus goletas, se retiró a Barbados y Trinidad. Pero vuelve al ataque, y el 3 de agosto de 1806, acompañado esa vez por más de 400 hombres, desembarca en La Vela de Coro. Por primera vez ondeaba su bandera en tierra venezolana, en lo que él llamaba el continente colombiano. Aunque la población de Coro no lo apoya, Miranda aprovecha su estancia para hacer circular una proclama de liberación así como otros documentos patrióticos. Las fuerzas que llegan para oponerse a él lo obligan a abandonar Coro pocos días después. No recibió el apoyo que esperaba y en Caracas, mantuanos y vecinos notables demuestran su más completa lealtad a la Corona; el Cabildo de esa ciudad pone precio a su cabeza, quema su efigie y lo califica de «monstruo abominable» y de «traidor». De regreso a Londres, sigue su infatigable obra propagandística a favor de la independencia hasta su vuelta a Venezuela en 1810. Había dedicado más de 40 años de su vida a luchar por la independencia de Hispanoamérica. Los movimientos aislados o colectivos que tuvieron lugar más tarde en Venezuela, como es el caso de la conspiración de los mantuanos de 1808, más bien pueden ser considerados como los prolegómenos de la independencia. P.V.

BIBLIOGRAFÍA: ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, ed. El movimiento emancipador de Hispanoamérica: actas y ponencias. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1961. 4 v.; ARCAYA, PEDRO MANUEL. Insurrección de los negros de la serranía de Coro en 1795. Caracas: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1949; BRICE, ÁNGEL FRANCISCO. La sublevación de Maracaibo en 1799: manifestación de su lucha por la independencia. Caracas: Italgráfica, 1960; __, comp. Conjuración de 1808 en Caracas para formar una Junta Suprema Gubernativa: documentos completos. Caracas: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1969. 2 v.; BRITO FIGUEROA, FEDERICO. Las insurrecciones de los esclavos negros en la sociedad colonial venezolana. Caracas: Editorial Cantaclaro, 1961; CALLAHAN, WILLIAM J. La propaganda, la sedición y la Revolución Francesa en la capitanía general de Venezuela, 1789-1796. Caracas: Italgráfica, 1967; CASTILLO LARA, LUCAS GUILLERMO. La aventura fundacional de los isleños: Panaquire y Juan Francisco de León. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1983; Los Comuneros de Mérida: estudios. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1981. 2 v.; Documentos de la insurrección de José Leonardo Chirino. Caracas: Fundación Historia y Comunicación, 1994; FELICE CARDOT, CARLOS. La rebelión de Andresote: valles de Yaracuy, 1730-1733. 2ª ed. Bogotá: Editorial ABC, 1957; __. Rebeliones, motines y movimientos de masas en el siglo XVIII venezolano (1730-1781). 3ª ed. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1977; GRASES, PEDRO. La conspiración de Gual y España y el ideario de la independencia. 2ª ed. Caracas: Ministerio de Educación, 1978; LÓPEZ, CASTO FULGENCIO. Juan Bautista Picornell y la conspiración de Gual y España. Caracas: Ediciones Nueva Cádiz, 1955; MAGALLANES, MANUEL VICENTE. Luchas e insurrecciones en la Venezuela Colonial. 2ª ed. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1983; PÉREZ, JOSEPH. Los movimientos precursores de la emancipación en Hispanoamérica. Madrid: Editorial Alhambra, 1977; TISNES JIMÉNEZ, ROBERTO MARÍA. Movimientos pre-independentistas grancolombianos. Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1962; TRUJILLO, LEÓN. Motín y sublevación de San Felipe. Caracas Jaime Villegas Editor, 1955; VARSA UGARTE, RUBÉN. La carta a los españoles americanos de don Juan Pablo Vizcardo y Guzmán. 3ª ed. Lima: [Ediciones CMB], 1971.

HEMEROGRAFÍA: AIZPURUA, RAMÓN. «La insurrección de los negros de la serranía de Coro de 1795: una revisión necesaria». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 283, julio-septiembre, 1988; BORGES, ANALOLA. «Los canarios en las revueltas venezolanas del siglo XVIII, 1700-1752». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 181, enero-marzo, 1963; «El complot de Maracaibo». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 264, octubre-diciembre, 1983; «Conjuración de 1808». EN: Boletín del Archivo General de la Nación. Caracas, núm. 211, julio-diciembre, 1966; DÍAZ UNGRÍA, JESÚS. «El zambo precursor: perfil humano de José Leonardo Chirino». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 170, abril-junio, 1970; DOMÍNGUEZ, LUIS ARTURO. «Sublevación de negros y zambos en la Sierra de Coro en 1795». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 162, abril-junio, 1958; LEAL, ILDEFONSO. «Francisco Javier Pirela y su intento de sublevar a Maracaibo en 1799». EN: Revista de Historia. Caracas, núm. 2, noviembre, 1964; MUÑOZ ORÁA, CARLOS EMILIO. «Prolegómenos de la rebelión de los comuneros en Venezuela». EN: Revista de Historia. Caracas, núm. 29-30, abril, 1971; NUCETE SARDI, JOSÉ. «Conjuración de Caracas en 1808». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 207, 1969; «Propaganda revolucionaria en los últimos años de la Colonia: correspondencia del capitán general». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 172, octubre-diciembre, 1960; WARREN, HARRIS GAYLOR. «La vida revolucionaria de Juan Bautista Picornel». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 124, octubre-diciembre, 1948.

PROYECTO NACIONAL SIMÓN BOLÍVAR AL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI.

Del Proyecto Nacional Simón Bolívar al Socialismo del Siglo XXI
Alberto Garrido

Viernes, 15 de diciembre de 2006


El fin del proyecto revolucionario cívico-militar encabezado por Hugo Chávez fue instalar el Proyecto Nacional Simón Bolívar. Varios documentos, de los que se han logrado rescatar, dan prueba de esta motivación. El “Proyecto Nacional Simón Bolívar, Orientación Filosófica-Política”, “El Árbol de las Tres Raíces”, “¿Y cómo salir de este laberinto?” son papeles que proporcionan elementos para comprender los lineamientos del Proyecto que signará la etapa de consolidación de la revolución que, de acuerdo al Presidente, debe comenzar a partir de 2007.
Cabe destacar que el Proyecto original no planteaba el socialismo, algo comprensible porque varios de los oficiales que militaban en el MBR-200 no participaron de las discusiones que algunos de sus jefes, encabezados por Chávez y Arias Cárdenas, venían sosteniendo desde hacía años con los veteranos comandantes de la guerrilla de Douglas Bravo.

Chávez y Arias se incorporaron al proceso insurreccional hacia principios de los años 80. Bravo prefirió desarrollar clandestinamente su relación con Chávez. El vìnculo se rompería definitivamente hacia 1991. Años más tarde, a finales de los 80, Arias hizo contacto con Kléber Ramírez, uno de los “duros” del Partido de la Revolución Venezolana de Bravo. Ramírez para entonces se encontraba retirado de la actividad político-militar en su finca familiar de Chiguará, estado Mérida. Kléber Ramírez escribió entonces “La IV República”. Fue considerado el ideólogo del 4-F. Redactó los decretos, nunca aplicados, del 4-F.

Igualmente, en “Y cómo salir de este laberinto?” surgen con claridad los conceptos de “etapa de transición” y “fusión cívico-militar” (“sólo una situación de transición en equilibrio permitirá la selección y siembra de un modelo de desarrollo hacia una nueva sociedad, creativa y solidaria. El MBR-200 propone para ello la discusión del Proyecto Nacional Simón Bolívar, estructurado en torno a un elemento estabilizador en alto grado y con grandes perspectivas de viabilidad: la fusión cívico-militar”).

El Proyecto Nacional Simòn Bolívar, Orientación Filosòfica-Política


Redactado por Hugo Chávez a principios de la década de los 90`, el “Proyecto Nacional Simón Bolívar, Orientación Filosófica-Política” busca construir un sistema fundamentado en los pensamientos de Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel Zamora (Sistema EBR). Rodríguez es calificado como “El Maestro”. Bolívar es “El Líder”. Ezequiel Zamora es caracterizado como “El Guerrero o el General de Hombres Libres”.

El modelo de Rodríguez es denominado Robinsoniano. El documento indica que “el estudio del modelo, desde su génesis hasta su desarrollo, demuestra que tal estructura permanece inalterable y obedece a la misma disyuntiva de inventar nuevas instituciones para las nacientes repúblicas latinoamericanas, o de errar el camino, cayendo en el simplismo de copiar modelos de otros tiempos, otras actitudes y otros hombres. Es decir, si no inventamos, caemos fatalmente en el error” (Alberto Garrido, Documentos de la Revolución Bolivariana, Ediciones del Autor, Mérida, 2002, pp. 95-96).

La “raíz bolivariana” se basa en la máxima de Rodríguez (“Inventamos o erramos”), pero aplicada a América Latina. Chávez cita una frase del Discurso de Angostura para ejemplificar su interpretación: “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del Norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa”.

En cuanto a la “raíz zamorana”, es tomada porque “estremeció a la oligarquía conservadora (…). La inspiración del General Zamora viene de las mismas raíces Robinsoniana y Bolivariana. Inventó los mecanismos de la insurrección campesina de 1846, para errar y volver a inventar la forma de conducir la revolución de 1858”. (Op. cit. p. 97).

El Proyecto Nacional Simón Bolívar se fija una serie de objetivos, que divide en materiales, sociales, culturales y políticos.

El Árbol de las Tres Raìces

Otro texto, el “Árbol de las Tres Raíces”, con su original redactado en una vieja máquina de escribir e incompleto en sus referencias, fue discutido por algunos de los oficiales del MBR-200. Comienza reivindicando la vigencia de las ideologías (“las ideologías son ayudas de navegación para surcar los tiempos y los espacios, dándole rumbos precisos a las sociedades y las naciones”) y rescatando el “Sistema EBR” de Zamora, Bolívar y Rodríguez, ya como “proyecto”: “es la médula del pensamiento de Don Simón Rodríguez, basado en la educación popular y la creatividad. Simón Rodríguez concibe la idea concreta de la República y talla las formas del Estado Nacional y las líneas geo-históricas de su proyección en el tiempo. En el pensamiento de Ezequiel Zamora se consigue el símbolo de la plena soberanía nacional y adquiere preponderancia el carácter igualitario de la lucha social, así como el concepto de democracia como forma de gobierno”.

En el Árbol de las Tres Raíces se menciona al Proyecto Nacional Simón Bolívar como “una serie encadenada de situaciones dentro de un proceso evolutivo de signo profundamente transformador”. El Proyecto parte de una “situación inicial”, la realidad que vive el país, y finaliza en la situación-objetivo (“aspiración concebible, alcanzable, dentro de un horizonte temporal definido”). El Proyecto Nacional Simón Bolívar “propone la fijación de un horizonte de tiempo máximo de veinte años, a partir el comienzo de las acciones transformadoras de la situación inicial”.

Hugo Chávez ganó las elecciones en 1998. Tomó posesión en 1999. Fue relegitimado en 2000 y volvió a tomar posesión en 2001. La fecha de aplicación del Proyecto Simón Bolívar fue fijada del 2001 al 2021. Sin embargo en el texto se aclara: “el proyecto admite la existencia de una región posible que trasciende el horizonte máximo definido, es decir, ubicada más allá de la situación objetivo y que constituye la razón total del proceso”.

Como posteriormente se incorporó al proyecto inicial la necesidad de atravesar una etapa de transición (cuyo programa fue la Agenda Alternativa Bolivariana), el proceso revolucionario, con Chávez en el poder, recién llegó a la fase de consolidación en el último proceso electoral presidencial (relegitimación), algo que llevó al Presidente a señalar que el Proyecto Nacional Simón Bolívar se desarrollaría, en principio, del 2007 al 2021.

En el documento “¿Y cómo salir de este laberinto?” se añade que el Proyecto Nacional Simón Bolívar se estructurará “en torno a la fusión cívico-militar”. (Ibidem, p.142).

Más tarde aparecería el concepto de “Socialismo del Siglo XXI”, que le dará identidad final al Proyecto Nacional Simón Bolívar.

El Socialismo del Siglo XXI


En este tercer proyecto, anunciado por Hugo Chávez durante esta última campaña electoral e inmediatamente después de ganar las elecciones, ya está presente el concepto de “Socialismo del Siglo XXI” y se anuncian 7 líneas estratégicas del Proyecto Nacional Simón Bolívar, a desarrollar durante los próximos 14 años, hasta el 2021. Las 7 líneas son: 1) Nueva ética socialista, 2) Modelo productivo socialista, economía socialista; 3) Democracia protagónica revolucionaria. El poder popular como máximo poder; 4) Suprema felicidad social; 5) Nueva geopolítica nacional (en las ciudades, en el campo, desarrollo ferrocarrilero, desarrollo interno); 6) Nueva geopolítica internacional, mundo pluripolar; y, 7) Venezuela, potencia energética mundial.

LOS DOCUMENTOS ESENCIALES DE SIMON BOLIVAR.

1. Manifiesto de Cartagena (15 de Diciembre de 1.812)

El Manifiesto de Cartagena es el primero de estos documentos capitales. Fue redactado cuando Bolívar tenía veintinueve años; se palpa allí la calidad notable de estadista que había en el. Analizar

la causa de la caída de la Primera República, y propone vibrante una estrategia que dio materialmente resultado para la acometida que cristaliza, en la Segunda República, tras las épicas formadas de la Campaña Admirable.

2. Manifiesto de Carúpano (7 de Septiembre de 1.814).

El luminoso Manifiesto a Carúpano es una explicación del nuevo fracaso. Contiene un pensamiento claro sobre el colapso de la Revolución ésta se mantiene en la esfera simplemente política, atropellada por Boves y sus huestes. Insiste Bolívar en el carácter fratricida o "civil" de nuestra contenida emancipadora. Se despide con un compromiso solemne, el de regresar "Libertador o Muerto", sin escatimar sacrificios, como lo hará en 1.816. Su destino ya está marcado por la dedicación a la causa de la Independencia. Concluye con seguro optimismo, como que sabía de las enormes reservas morales del pueblo y conocía bien las suyas propias.

3. Carta de Jamaica (6 de Septiembre de 1.815)

Allí se asoma la penetrante inteligencia de Bolívar mostrando dotes proféticos; no tiene nada de mago, ni de brujo, es el juicio recto y certero de una mentalidad política coherente que con rigor y serenidad prevé el porvenir partiendo de los datos del presente. Responde Bolívar al señor Henry Cullen, un buen amigo de esta América difícil, interesado en conocer las causas de nuestras desventuras históricas. Es de notarse que Bolívar escribe en Kingston sin libro alguno de consulta y sin haber recorrido todavía los países del sur, no obstante tales carencias se atreve a adelantar vaticinios que se han cumplido con exactitud sorprendente.

Bolívar es un historiador del futuro, un historiador o más de elaborar historia pensada, con referencia a valores, esto es historiosofía. Causas económicas, políticas, sociales, ideológicas, desfilan por su pensamiento ante de anticiparnos que la Americana española se dividiría en quince o más Repúblicas Independientes; que México será una República representada por un Presidente vitalicio, si desempeña sus funciones con acierto y justicia o que traerá en caso contrario la Monarquía apoyada por el partido militar o aristocrático.

4. Discurso de Angostura (15 de Febrero de 1.819)

Es el principal de los escritos bolivarianos. Compuesto en medio de azares de la campaña, ratifica el concepto, de el sabía abstraerse en medio de las más diversas circunstancias. Bolívar podía pensar y concentrarse en su trabajo intelectual así en el trágico fragor de las batallas como en el alegre bullido de las fiestas nada lo turbaba.

El Discurso de Angostura es producida cuando se está refundando la República en su tercera y definitiva. La estructura de esta pieza ejemplar: I Introducción, devolviendo el poder al pueblo, II examen del tiempo crítico que le ha tocado vivir; III presentación del proyecto de constitución, en esta tarea despliega Bolívar su plural saber social; derecho, política, historias; penetra en los dominios de la Sociología y de la filosofía, para fundamentar sus observaciones: IV el discurso prosiguen con una sintética cuenta de lo actuado hasta entonces, todo resumido en cuatro rubro: abolición de la esclavitud, reparto de tierra, Institución de la orden de los libertadores y ratificación del voto comprometido con la decisión de la patria a muerte: V luego hay una recomendación enfática sobre la deuda nacional, y concluye con la proyección inspirada y entusiasta hacia la Gran Colombia.

5. Mensaje al Congreso de Colombia (25 de Mayo de 1.826)

Es parecido en su intención y finalidad al de Angostura, enviado desde Lima con el correspondiente proyecto de constitución para la Nueva República que surge con su nombre, el mensaje contiene un comentario extenso de la República que surge con su nombre el mensaje contiene un comentario extenso de la Nueva Carta Fundamental, El Poder Electoral, El Poder Legislativo, Tricameral, la presidencia Vitalicia, El poder Judicial, La garantía y derecho Individuales. Son temas sucesivos de su perspicaz análisis.

Concluye con un saludo emocionado a la Nueva Nación Meridional.

6. Mensaje a la Convención de Ocaña (29 de Febrero de 1.828)

Es el más dramático de los grandes escritos del Libertador. Encierra el reconocimiento de la frustración de sus sueños. Debe leerse y compararse con el Discurso de Angostura para medir la tremenda denuncia que en el último se hace. Todas las advertencias de Angostura en 1.819 fueron desatendida y al cabo de nueve años la triste comprobación de la Quiebra Republicana. La propia Convención fracasaría y sus objetivos específicos y en breve debía asumir Bolívar la responsabilidad de la dictadura. A poco su propia vida estaría amenazada por los puñales de Septiembre.

7. Mensaje al Congreso de Colombia.

Allí está la palabra final de la vida pública de Bolívar. resume los últimos acontecimientos y presenta su renuncia del mando. Su balance último es categórico.


Trabajo de : Sergio D'Ambrosio
Tomado de: http://www.monografias.com

IDEARIO DE SIMON BOLIVAR

La metáfora del tiempo histórico ha servido para conjugar en una misma cronología los hechos de la Independencia de América y la vida de un hombre: Simón Bolívar. Esta circunstancia particular ha dado lugar al relato estéril de una odisea heroica que, en medio de batallas y frases memorables, impide la comprensión de los acontecimientos en su contexto de emergencia y posibilidad. En virtud de ello, Simón Bolívar permanece en la memoria como "El Libertador de América", sin que el resto de su vida y obra hayan sido apenas evocados y mucho menos comprendidos.

Es cierto que, como afirma Rufino Blanco Fombona, Bolívar ejerció el liderazgo de la empresa política "más grandiosa que ha conocido la humanidad", pero el empeño de este hombre no se agotaba en la aventura de destruir colonias y fundar patrias como quien corona territorios. La mayor empresa de Bolívar fue precisamente aquella que nunca conquistó: la de construir repúblicas sólidas mediante la edificación de un Estado fuerte y un sistema democrático liberal.

Es en este intento, cuya versión más acabada fue el "proyecto de la Gran Colombia", donde el Libertador muestra los distintos rostros que el olvido ha pretendido acallar, y donde el rescate de las aspiraciones y desaciertos del hombre por encima de las virtudes del "héroe de la patria" es necesario no sólo para visualizar la Independencia de América como un proceso llevado a término por una multiplicidad de causas, sino fundamentalmente para comprender las circunstancias que llevaron a Bolívar a convertirse en "el fundador de la Patria" cuando menos lo esperaba, y en el "Dictador de Colombia" cuando menos lo deseaba. Quizá todo ello pueda servir también para explicar por qué, hoy en día, a casi doscientos años de su desaparición, Simón Bolívar sigue siendo el presente de América.

El ideario de Simón Bolívar

En su vertiente social y política, el estallido de la crisis de la sociedad colonial venezolana permitió en su momento la maduración de un conjunto de situaciones que merecen destacarse. En primer término, la guerra facilitó la decantación de las llamadas "ideas francesas" hasta convertirlas en ideas bolivarianas, es decir, en ideas nacionales. Dicho de otro modo, las consignas de libertad, igualdad, fraternidad y propiedad que alimentaban el ideario claramente burgués de la Revolución Francesa fueron reelaboradas por la elite política que acompañaba a Simón Bolívar, quien, al analizar las consecuencias sociales que produjera la difusión de dichos postulados entre los esclavos, los pardos y los indígenas, encontró en el cuerpo de los militares republicanos al sector social que le permitió cumplir con el doble propósito de crear una república independiente y, al mismo tiempo, satisfacer las aspiraciones de los individuos integrantes de la sociedad de ese momento, con respecto a la libertad, la igualdad y la propiedad.

La reflexión de Bolívar partía del análisis de distintos hechos traumáticos, tales como el hundimiento de la República en el año 1812, en Venezuela, el fracaso del restablecimiento republicano al año siguiente, en 1813, y la caída del gobierno republicano en la Nueva Granada, ocurrido en 1815. Desde el Manifiesto de Cartagena, escrito en 1812, Simón Bolívar había estado insistiendo en las carencias políticas de la elite ilustrada que propugnaba la Independencia. La guerra civil, la ausencia de unidad, la excesiva valoración del régimen federal, el apego a las ideas religiosas y la simple intriga política, son los puntos que sobresalen en el inventario que sirve de base a un balance contundente hecho por el prócer: "nuestra división -dice- y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud".


Bolívar en un retrato de José Gil de Castro

Sin embargo, no fue hasta el Manifiesto de Carúpano (1814), y posteriormente en la Carta de Jamaica (1815), cuando Simón Bolívar expuso en forma detallada sus criterios políticos respecto a la situación social que impedía el desarrollo de los gobiernos republicanos en Venezuela. El testimonio es importante porque representa la primera lectura social del problema que venían enfrentando las sociedades americanas desde el estallido de la crisis política en España y la Revolución en Haití: "el establecimiento en fin de la libertad en un país de esclavos -comenta con lúcida prosa el Libertador en el Manifiesto de Carúpano (1814)- es una obra tan imposible de ejecutar súbitamente, que está fuera del alcance de todo poder humano; por manera que nuestra excusa de no haber obtenido lo que hemos deseado es inherente a la causa que seguimos; porque así como la justicia justifica la audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de la adquisición califica la insuficiencia de los medios".

Los esclavos a los que se refiere Bolívar en el Manifiesto de Carúpano no son ya la entidad genérica que identificara en su anterior Manifiesto de Cartagena. Son hombres de carne y hueso; es más, son hombres de carne, hueso y armas. Son nada menos que la expresión concreta de la angustia que surgiera en la sociedad caraqueña desde finales del siglo XVIII y que representaba una amenaza tangible para la aspiración de los criollos americanos con respecto a una transferencia pacífica del ejercicio del poder. Son, para ser precisos, los pardos y los esclavos que acompañaban normalmente a los generales realistas como Domingo de Monteverde, José Tomás Boves y Francisco Tomás Morales. Son, para decirlo en las propias palabras de Bolívar, el "vicio armado".

Una república centralista

Para Simón Bolívar -y esto es importante subrayarlo porque allí radica la razón de su liderazgo político-, la sociedad venezolana de los años comprendidos entre 1811 y 1821 es testigo y protagonista del enfrentamiento entre la "simple filosofía política" y el "vicio armado con el desenfreno de la licencia". Para él, los americanos han preferido la "vil codicia", amparada en el saqueo, y por tanto advierte a sus contemporáneos de que la suerte del experimento republicano dependerá de la solución de este conflicto. ¿Cómo resolverá Simón Bolívar semejante disyuntiva?

En primer lugar, sugirió y realizó una ruptura con los postulados políticos federales que, desde su punto de vista, habían llevado al fracaso a los gobiernos republicanos en Venezuela y en la Nueva Granada. La república que propondrá e intentará construir será férreamente centralista, amparada en el único medio que le garantizaba el triunfo: el gobierno dictatorial. En segundo lugar, ante la ausencia de un sector de propietarios e intelectuales ilustrados, cuyo mayor número de integrantes había sido asesinado en las primeras escaramuzas de la guerra o había tenido que escapar del país dejando tras de sí propiedades y enseñanzas, Simón Bolívar elaboró un programa político orientado a favorecer las aspiraciones sociales de la elite militar que lo acompañaba.

La república que proponía construir en sus escritos era ni más ni menos que la de los libertadores y para ellos habría en su espacio garantías políticas sustantivas, tales como la presidencia vitalicia, el senado hereditario, el poder moral y la Ley de Haberes Militares. Sin embargo, la fuerza de las circunstancias determinó que estas aspiraciones se concretaran más por la vía de los hechos que por otra senda más racional y elaborada: la galería de dictadores militares que hasta hace pocos años exhibió el escenario latinoamericano es buena prueba de ello. Hay que reconocer que las tendencias autoritarias que han estado vigentes en la política venezolana del siglo XX han tenido en una lectura -acaso demasiado a la letra- de este apartado de los postulados bolivarianos su aprovechada fuente de inspiración.

Habría que añadir aún que, consciente del problema social que suponía la existencia de la esclavitud, Simón Bolívar incorporó a su discurso el cuestionamiento institucional de la misma, mediante una respuesta del programa de acción militar desarrollado para construir los cimientos de la República. Convencido de la idea de que la permanencia de la esclavitud conducía fatalmente a las salidas extremas de la rebelión y el exterminio, la República que se proponía construir debería arbitrar en forma prioritaria los medios que facilitaran una progresiva desaparición en el futuro de la institución esclavista.

La solidez de este cuerpo de planteamientos políticos permitió a Simón Bolívar convocar, en 1819, el Congreso de Angostura. Con su instalación puede hablarse de la puesta en práctica de la república bolivariana, que producirá la existencia real de la República de Colombia. El control militar de la región guayanesa generó asimismo una actitud favorable hacia la causa independentista en el exterior. En Estados Unidos, el presidente Monroe reconoció el conflicto como una guerra entre iguales. En el Reino Unido, Luis López Méndez obtuvo mayores facilidades para el envío de tropas, contratación de empréstitos y remisión de equipos militares. Y si bien para 1820 no se habían resuelto del todo las disidencias en el ejército republicano y la mayor parte del territorio venezolano se mantenía bajo el control del general realista Pablo Morillo, la instalación del Congreso de Angostura, la alianza con José Antonio Páez, la transformación del cuartel de Angostura en capital de la República y la edición de El Correo del Orinoco con el concurso de numerosos civiles de prestigio, configuraron un cuadro político que permitiría intentar la conversión del régimen dictatorial, que venía imperando desde 1811, en un gobierno constitucional.

El modelo de gobierno

Las propuestas de Simón Bolívar, de 1820, no constituyeron un programa de acción política de carácter provisional, sino que eran ya un programa de gobierno sólido y con porvenir, destinado a dar estabilidad a la República, hacerla perdurable y, al mismo tiempo, borrar en el ánimo de los ciudadanos los efectos perjudiciales de la dominación colonial.

En el Discurso de Angostura -la primera pieza orgánica de la conciencia americana y sin duda el primer análisis sociológico moderno de la realidad hispanoamericana-, después de sugerir un concepto de práctica política identificado con los principios aristotélicos de sabiduría, rectitud y prudencia, Simón Bolívar consideró y dio por hecho que la República tenía ya ciudadanos aptos para gobernarla.

En tal sentido, propuso tres caminos que trajeran a la República la deseada estabilidad y resolvieran la ausencia de virtud que padecía. El primero era el establecimiento de un poder ejecutivo fuerte y vitalicio. El segundo era la creación del senado hereditario. El tercero, en fin, era la educación del resto de los ciudadanos, y estaba basado en los lineamientos del culto cívico de la república jacobina.

Este proyecto republicano, que mezcla los principios y la naturaleza de una república aristocrática con las leyes y funcionamiento de una monarquía, constituye la más acabada expresión de la reelaboración de las ideas ilustradas para convertirlas en respuestas factibles y practicables en el gobierno de las colonias españolas de América. Se trata de la república bolivariana que madurará con el establecimiento de la República de Colombia a partir de 1821.

El senado hereditario

En la realización de este ensayo, Simón Bolívar tomó como modelo la legislación británica en lo concerniente a libertades, soberanía, división de poderes y otros criterios parecidamente tradicionales del liberalismo inglés. Mención especial requieren los puntos relacionados con la específica organización de la República y la particular revisión del régimen de la propiedad esclavista.

Convencido de la viabilidad de su modelo, Simón Bolívar propuso un cuerpo legislativo semejante al parlamento inglés. La Cámara de Representantes quedaba constituida a semejanza de la establecida por la Constitución venezolana de 1811, es decir, mediante el ejercicio del sufragio por parte de los ciudadanos calificados para ello por la ley. Sin embargo, la Cámara del Senado sufrió una transformación radical en su naturaleza electiva y en su conformación. Era un senado particular y de nuevo diseño, y que no se correspondía por tanto con el modelo de la teoría política clásica de las repúblicas democráticas y aristocráticas.


Detalle de un retrato de Bolívar
realizado por Eustoquia Carrasquilla

El senado de la república bolivariana se constituyó siguiendo las pautas de los poderes intermediarios establecidos para la monarquía. No era electivo sino hereditario. No tenía funciones ejecutivas ni verdaderamente legislativas, sino que hacía las veces de mediador. Como la nobleza en las monarquías, era base y garante de la perdurabilidad del régimen; en este caso, de la república.

Este senado hereditario fue la respuesta política que permitía al Libertador otorgar a la elite militar la cuota de poder necesaria para comprometerla con la creación de la República. Era una respuesta que comprometía su particular poder de beligerancia: las armas. La búsqueda del compromiso de los militares, mediante el reconocimiento de su influencia en la conducción política del régimen que se pensaba establecer, es lo que nutría el liderazgo de Simón Bolívar sobre sus otros contemporáneos, fueran éstos del bando republicano o del bando monárquico.

El compromiso militar

La propuesta de Simón Bolívar tuvo éxito y perdurabilidad histórica porque comprometió a la elite militar en el conjuro de dos adversarios poderosísimos en la sociedad venezolana de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX: la desunión del sector republicano y la anarquía. La desunión entre los republicanos se expresó en una aguda polémica entre el centralismo y el federalismo, cuyo origen se remontaba a la misma instrumentación de las reformas borbónicas y la creación de la Capitanía General de Venezuela, en el año 1777. La difusión de las ideas de anarquía, por otra parte, fue dirigida hábilmente por el adversario realista mediante el atizamiento de las aspiraciones igualitarias entre los pardos, los indígenas y los esclavos.

El senado hereditario, según las propias palabras de Bolívar "será la traba de este edificio delicado y harto susceptible de impresiones violentas". Dicho de otro modo, el senado de la república bolivariana debía ser baluarte de la libertad y apoyo para consolidar y eternizar la institución de la República.

No obstante, al estar advertido del extrañamiento y la escasa habilidad de los americanos en el manejo de los asuntos públicos, Bolívar contempló como medida supletoria la educación de los descendientes de los primeros integrantes del senado hereditario. Los hijos de los senadores -proponía, poco más o menos- deberán educarse en un colegio especialmente destinado para instruir a aquellos tutores que se convertirán en los futuros legisladores de la patria. Tomando en cuenta que estos dirigentes no se corresponderían en su origen con una especialmente encumbrada posición económica o saber intelectual, requisitos previos de la teoría política clásica para el ejercicio de la política, los dirigentes de la república bolivariana que "no saldrían del seno de las virtudes [...] saldrán del seno de una educación ilustrada".

La presidencia vitalicia

En relación con la particularidad del poder legislativo, la república bolivariana proponía también un poder ejecutivo fuerte y sólido. Simón Bolívar tomó como modelo las normas británicas y en su discurso demostró poseer un conocimiento detallado de los postulados de Montesquieu. El poder ejecutivo de la nueva República que se proyectó construir debía superar las insuficiencias que dieron al traste con los ensayos republicanos de 1811 y 1813, en Venezuela, y de 1815, en Nueva Granada.

Para lograrlo, no obstante, Simón Bolívar juzgó pertinente adoptar una fórmula que, al estilo de las monarquías, centralizase las más importantes funciones del gobierno, pero que guardara una distancia sustancial en relación al origen de su poder. El primer magistrado de la república bolivariana no debería su ascensión a una sucesión dinástica: sería electo por el pueblo o sus representantes. En síntesis: no sería un monarca, sino un presidente.

Las proposiciones de Simón Bolívar al auditorio republicano de 1819 respondían a objetivos políticos básicos y fundamentales: dar solidez a la República por un espacio abierto de tiempo y dotar de estabilidad al régimen político mediante el concurso de los nuevos intereses políticos surgidos en el escenario venezolano al amparo de la guerra social. Así, el poder político otorgado a la presidencia vitalicia y al senado hereditario se complementaban con la instrumentación de un nuevo poder que Bolívar convino en denominar "poder moral".

El poder moral

Este poder moral de la república bolivariana se encuentra estrechamente vinculado con el senado hereditario. En el proyecto bolivariano, el senado hereditario no sólo es el garante de la permanencia de la República; en sus manos está también la designación de los integrantes del novísimo poder moral, es decir, la misma regeneración de una sociedad abatida por el régimen colonial. Así como los futuros senadores obtendrían del gobierno republicano una educación ilustrada que los capacitaría para el ejercicio del gobierno, el resto de los venezolanos, que "aman la patria pero no sus leyes", tendrán que robustecer "su espíritu mucho antes de que logren digerir el saludable nutritivo de la libertad". A estos efectos, la república bolivariana contempló la creación de un poder moral cuyo "dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana". Con esta nueva formulación, Simón Bolívar otorgó a la elite militar el poder de conducir el proyecto republicano por un espacio de tiempo considerable y con facultades extraordinarias en su ejercicio. Nunca antes en la teoría política moderna se había dado un paso semejante: porque, en definitiva la república bolivariana hizo viable -y hasta necesaria- la práctica jacobina del culto cívico.

El problema de la esclavitud

El inventario de las circunstancias políticas que llevaron al establecimiento de la República durante el estallido de la crisis de la sociedad colonial, quedaría incompleto si se olvidara considerar el último aspecto medular de la teoría política bolivariana: el tratamiento del problema de la esclavitud. Este aspecto merece una atención especial. En parte, por producirse en el marco de una erizada realidad social, la de los años que transcurren entre 1810 y 1830 en Venezuela, pero sobre todo, y esto hay que subrayarlo, porque son hechas desde una apreciación política de raigambre liberal, como es la de Simón Bolívar.

El tópico de la esclavitud aparece en el discurso bolivariano desde 1816, pero no será hasta 1819 cuando su acción política preste atención a la permanencia o no de la institución esclavista. Es en este último momento cuando las ideas de Simón Bolívar hacen de la abolición de la institución esclavista un instrumento orientado a garantizar el éxito de la campaña militar que venía desarrollando en la dirección de establecer una república.

Al comienzo, en torno a 1816, como se ha señalado, en el discurso de Bolívar la libertad de los esclavos está relacionada con las gestiones que realiza en favor de la restitución republicana y el compromiso adquirido con el gobierno de Haití. Así, después de la expedición de Los Cayos, que desembarca en abril de 1816, al anunciar en la isla de Margarita el restablecimiento del régimen republicano, Simón Bolívar hizo pública la propuesta de abolición de la esclavitud por cuanto "la naturaleza, la justicia y la política piden la emancipación de los esclavos".

Sin embargo, estas primeras gestiones no surten los rápidos efectos esperados y Simón Bolívar, al informar al presidente haitiano Alejandro Petión del resultado de sus proclamas, es categórico al señalar la presentación de apenas un centenar de hombres entre los esclavos que habitaban en el territorio republicano. Para el Libertador, la tiranía de los españoles ha puesto a los esclavos en "tal estado de estupidez [...] que han perdido hasta el deseo de ser libres".

Una situación relativamente distinta se presenta a partir de 1819, cuando vuelve a insistir en la necesidad de liberar a los esclavos y solicita al Congreso de Angostura la ratificación de sus proclamas de 1816 y la promulgación del Decreto de Libertad en febrero de 1820.


Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander

En su correspondencia mantenida durante 1821 con el general Francisco de Paula Santander se encuentran los razonamientos precisos que explican la insistencia de Bolívar para que la República de Colombia dé cabal cumplimiento al texto del Decreto de 1820. Después de la proclamación de la República de Colombia, Simón Bolívar solicita reiteradamente a Santander "el levantamiento (leva) de esclavos" para su inmediata incorporación al ejército republicano. Frente a la contundente negativa del vicepresidente de Colombia, en el sentido de dar curso a su exigencia, el Libertador remite desde la ciudad de San Cristóbal un oficio pormenorizado de las razones que le asisten para hacer esta solicitud.

En su carta del 20 de abril de 1820, por ejemplo, señala que la opinión política de Colombia está confundida cuando establece una relación análoga entre "libertad de esclavos" y "levantamiento de esclavos", siendo esto último lo autorizado por el Decreto de 1820. Indica que "sólo he mandado que se tomen los esclavos útiles para las armas". De otro modo, liberando todos los esclavos, éstos serían más bien "perjudiciales" para la República.

Para Simón Bolívar la actuación del Congreso de Angostura y su solicitud de tres mil esclavos se apoya en "obvias razones" militares. Por un lado, el ejército republicano está necesitado de "hombres robustos y fuertes acostumbrados a la inclemencia y a las fatigas [...] en quienes el valor de la muerte sea poco menos que el de su vida". Por otro lado, las razones políticas son "más poderosas". A su parecer, el Congreso de Angostura, al atender su prédica antiesclavista, no ha obrado contra la propiedad, sino que al seguir lo recomendado por Montesquieu, resguarda al régimen republicano de una eventual rebelión de esclavos porque "tales gentes son enemigos de la sociedad y su número sería peligroso".

Una idea central del discurso bolivariano es que "todo gobierno libre que comete el absurdo de mantener la esclavitud es castigado por la rebelión y algunas veces por el exterminio". Por supuesto que Simón Bolívar tiene aquí presente la experiencia coetánea de la Independencia haitiana y las consecuencias que ésta tuvo en el ámbito venezolano. Para convencer a sus interlocutores no toma el camino moralista que lo llevaría a debatir acerca de la justicia o injusticia de la esclavitud. Su pensamiento sigue un sendero más propicio y comprensible para una sociedad cargada por la discriminación y la exclusión, apelando al miedo: "Hemos visto en Venezuela -escribe Bolívar- morir la población libre y quedar la cautiva; no sé si esta es política, pero sí sé que si en Cundinamarca no empleamos a los esclavos sucederá otro tanto".

En la realización de esta tarea, las consideraciones políticas y económicas del liberalismo cedieron su espacio a los requerimientos militares de la República. En tal sentido, la actitud de aquellos propietarios que se negaron a ceder sus poblaciones de esclavos fue propia de "hombres alucinados". Hombres que no entienden que "los españoles no matarán a los esclavos, pero sí matarán a los amos y entonces se perderá todo". En una palabra, por el atajo de la necesidad se llegó al cumplimiento de un principio, y el incumplimiento de esta aspiración tendrá un peso específico particular a la hora de la desmembración de Colombia en 1830.

domingo, 12 de octubre de 2008

DOCTRINA DE SIMON BOLIVAR EN 100 DOCUMENTOS

Doctrina del libertador
Simón Bolívar ; prólogo Augusto Mijares ; compilación, notas y cronología Manuel Pérez Vila

Doctrina del Libertador

Bolívar como político y reformador social

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El 15 de agosto de 1805, desde la cima de una de las colinas que dominan a Roma, el caraqueño Simón Bolívar -un viudo de 22 años apenas cumplidos- jura, en presencia de su antiguo maestro Simón Rodríguez, consagrar su vida a la causa de la independencia de Hispanoamérica
- 2 -

Los Comisionados de la Junta de Gobierno de Caracas ante el Gabinete Británico, Simón Bolívar y Luis López Méndez, dan cuenta al Secretario de Relaciones Exteriores de Venezuela del desarrollo de su misión y de los esfuerzos hechos para «producir la emancipación general» del Continente. Londres, 8 de setiembre de 1810
- 3 -

En la sala de sesiones de la Sociedad Patriótica, Club revolucionario de Caracas, Simón Bolívar, en un vehemente discurso, exige la pronta declaración de la Independencia de Venezuela por el Congreso Nacional. Estas palabras fueron pronunciadas durante la noche del 3 al 4 de julio de 1811
- 4 -

Esta Memoria, conocida también como «Manifiesto de Cartagena», fue firmada por Bolívar en Cartagena de Indias (Colombia) el 15 de diciembre de 1812. Es su primer gran documento público, en el cual analiza las causas de la caída de la Primera República de Venezuela y propone medidas para restaurarla
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Después de haber libertado a la Villa de Tenerife -a orillas del río Magdalena, en Colombia al frente de un ejército constituido por fuerzas del Estado de Cartagena, Simón Bolívar reúne a los habitantes y les dirige un discurso, el 24 de diciembre de 1812
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El 15 de junio de 1813, en la ciudad de Trujillo, Simón Bolívar dicta el llamado «Decreto de Guerra a Muerte», destinado a separar nítidamente los dos bandos contendientes: americanos y españoles
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En comunicación dirigida al Gobernador de Barinas, Manuel Antonio Pulido, desde Caracas el 12 de agosto de 1813, Simón Bolívar le expone sus ideas sobre la organización del Estado en tiempos de guerra
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Mediante una Ley firmada el 11 de setiembre de 1813 en su Cuartel General frente a Puerto Cabello -plaza a la cual tenía sitiada- Bolívar dicta medidas muy severas contra los defraudadores de la Renta de Tabaco
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Desde el Cuartel General frente a Puerto Cabello, el 13 de setiembre de 1813, Simón Bolívar le expone al Presidente del Congreso de la Nueva Granada, Camilo Torres, sus ideas sobre la organización política de Venezuela y la unión de las dos regiones en un solo Estado
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Simón Bolívar expresa a la Municipalidad de Caracas su gratitud por habérsele conferido el de Libertador de Venezuela. Caracas, 18 de octubre de 1813
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En comunicación dirigida el 16 de diciembre de 1813, desde Valencia, al General Santiago Mariño, Libertador del Oriente del país, Bolívar expresa la necesidad que hay de unir los esfuerzos políticos y militares a fin de ganar la guerra y salvaguardar la libertad de todos
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El 2 de enero de 1814 se celebró en el Convento de San Francisco de Caracas una Asamblea Popular ante la cual dio cuenta el Libertador de sus acciones como jefe militar y dirigente del Estado
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Comunicación del Libertador fechada en Caracas el 10 de junio de 1814, dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores de la Gran Bretaña, en protesta por la ofensa infligida en la isla de San Thomas a los agentes diplomáticos de Venezuela
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En otro de sus grandes documentos públicos, el Manifiesto dado en Carúpano -puerto del Oriente de Venezuela- el 7 de setiembre de 1814, Bolívar analiza las causas que han conducido a la pérdida de la Segunda República de Venezuela
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Después de haber logrado como jefe militar que Cundinamarca se una a las demás Provincias de la Nueva Granada (Colombia), el Libertador pronuncia en Bogotá, el 23 de enero de 1815, el discurso de instalación del gobierno de las Provincias Unidas en aquella ciudad
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En carta escrita desde Mompox el 9 de febrero de 1815 a su amigo el Letrado Pedro Gual -quien se hallaba en la plaza fortificada de Cartagena-, el Libertador se refiere a los males producidos por las guerras civiles y se muestra dispuesta a reconciliarse con su adversario, el Brigadier Manuel del Castillo, quien le impedía entrar a Cartagena
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Desde su exilio en la isla de Jamaica el Libertador se dirige al Presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, señalándole los peligros que podrían correr las libertades de Hispanoamérica si Napoleón, a raíz de su derrota en Waterloo, es bien recibido en esta parte del Continente. Kingston, 22 de agosto de 1815
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La «Carta de Jamaica», escrita por Bolívar -Un Americano Meridional- en Kingston el 6 de setiembre de 1815. En ella, el Libertador analiza el presente de la América Hispana a la luz del pasado, e indica las grandes líneas previsibles del porvenir
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Firmándolo con el seudónimo El Americano, Simón Bolívar redacta en Jamaica un artículo periodístico en el cual analiza la situación étnica y social de Hispanoamérica. Este ensayo, que no consta fuese publicado entonces, iba dirigido al Editor de la Gaceta Real de Jamaica, Alejandro Aikman, hijo. Fue redactado después del 28 de setiembre de 1815 y antes de diciembre de ese año
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Manifiesto de Bolívar a los pueblos de Venezuela fechado en el Cuartel General de Guayana el 5 de agosto de 1817, con fuertes críticas a la conducta del General Manuel Piar
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La Ley de Repartición de Bienes Nacionales entre los militares del Ejército Republicano, instrumento de proyección social dictado por el Libertador en Angostura el 10 de octubre de 1817
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Al crear el Consejo de Estado mediante decreto firmado en Angostura el 30 de octubre de 1817, el Libertador echa las bases de la Administración Pública en plena guerra
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Discurso pronunciado por el Libertador en Angostura el 10 de noviembre de 1817, al declarar solemnemente instalado al Consejo de Estado. Ante este Cuerpo, Bolívar presenta un bosquejo de sus actividades militares y políticas, a la vez que defiende la separación de los tres Poderes fundamentales del Estado
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En carta escrita al entonces Coronel Antonio José de Sucre desde Angostura el 11 de noviembre de 1817, Bolívar le da instrucciones para cortar de raíz el mal de la guerra civil que amenazaba con extenderse por el oriente de Venezuela
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En una proclama dirigida el 12 de junio de 1818, desde Angostura, a los habitantes del Río de La Plata -la Argentina de hoy-, el Libertador reafirma su idea esencial de la unidad continental, en la guerra y en la paz
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Ante las amenazas de intervención de las Potencias europeas coaligadas en la Santa Alianza, la República de Venezuela emite una declaración -firmada por su Jefe Supremo, Simón Bolívar, el 20 de noviembre de 1818- en la cual ratifica su voluntad de vivir independiente o perecer en la contienda
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En la oración inaugural del Congreso de Angostura, reunido el 15 de febrero de 1819, el Libertador hace explícita profesión de fe de sus ideas políticas democráticas y republicanas. Este documento, conocido como «el Discurso de Angostura» por antonomasia, encierra una completa síntesis del ideario de Bolívar
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El proyecto para instituir un Poder Moral fue presentado por el Libertador al Congreso de Angostura, como una parte de su proyecto de Constitución, en febrero de 1819. Al Poder Moral se refiere Bolívar en su Discurso de Angostura. El Congreso lo consideró «como de muy difícil establecimiento, y en los tiempos presentes absolutamente impracticable» y acordó que se imprimiese como un Apéndice a la Constitución, invitando a los sabios del mundo entero a emitir opinión sobre el tema
- 29 -

Después de haber cruzado los Andes al frente del Ejército republicano y de haber libertado a la Nuera Granada -la actual Colombia- en los Campos de Royacá, el Libertador regresó a Angostura, donde el 14 de diciembre de 1819 propuso al Congreso la creación de la Gran República de Colombia, cuyo territorio habría de comprender el de Venezuela, la Nueva Granada (incluido Panamá) y luego el Ecuador. Aquel poderoso Estado fue fundado el 17 de diciembre de 1819 y se disolvió once años después con la muerte de su creador
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Bien convencido del importante papel que desempeña la mujer en la sociedad, Bolívar dirige el 24 de febrero de 1820 una vibrante alocución a las matronas del Socorro, oblación colombiana que fue cuna, en el sigo XVIII, del movimiento de los Comuneros, precursor de la Independencia
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Proclamada por el Libertador en Bogotá el 8 de marzo de 1820, en la cual exalta el significado de la creación de la Gran República de Colombia. «Colombianos» eran, para él, tanto sus compatriotas de Venezuela como los habitantes de Cundinamarca (llamada más corrientemente la Nueva Granada, la Colombia de nuestros días) y los de Panamá (que entonces era parte de la Nueva Granada), así como los del Ecuador que más tarde se incorporaron a la Gran Colombia
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Desde San Cristóbal, el 19 de abril de 1820, el Libertador le escribe al General José Antonio Páez una carta en la cual se refiere a los deberes de un gobernante hacia la opinión pública y le hace indicaciones sobre la buena administración del erario nacional. Esta carta se reproduce de un borrador, motivo por el cual no contiene las usuales fórmulas de despedida
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Mediante un decreto expedido en el Rosario de Cúcuta, el 20 de mayo de 1820, el Libertador dicta normas para restablecer en sus derechos a los indígenas y para fomentar su progreso económico y su educación
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A fin de fomentar el desarrollo económico, el Libertador decreta en el Rosario de Cúcuta, el 21 de mayo de 1820, la creación de Juntas Provinciales de Agricultura y Comercio
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Carta a José Rafael Revenga, Ministro de Relaciones Exteriores, fechada el 25 de mayo de 1820 en San Cristóbal, sobre la política internacional y en especial las relaciones con los Estados Unidos
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En carta escrita el 26 de mayo de 1820 desde San Cristóbal a su amigo el comerciante británico Guillermo White -quien se hallaba entonces en la isla de Trinidad-, Bolívar explica los alcances de algunas de las proposiciones hechas por él en el Discurso de Angostura, y analiza la situación diplomática y militar
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El 4 de junio de 1820, desde Bogotá, el General Francisco de Paula Santander, Vicepresidente de Cundinamarca en la Unión Grancolombiana, le dirigió a Bolívar un memorial donde se quejaba de que la Alta Corte de Justicia de la República hubiese sido establecida en Guayana. El 20 del mismo mes el Libertador dictó, en el Rosario de Cúcuta, una resolución sobre dicho memorial, en la cual se refleja la tensión existente entre las diferentes secciones de Colombia la Grande cuando ésta llevaba apenas seis meses de fundada
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Cuando falleció era Bogotá el Administrador de la Renta de Acabalas, varios pretendientes -Juan Bautista Mendoza, Luis Sarmiento, Nicolás de Gamba, Luis Rubio, Francisco Gregorio de Vergara- elevaron sendos memoriales al Libertador en solicitud de aquel empleo. La respuesta de Bolívar a estos memoriales fue lapidaria
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El triunfo de la Revolución liberal en España obligó a Fernando VII -entonces Monarca constitucional a abrir negociaciones de paz con los patriotas hispanoamericanos. Con los enviados de la Gran Colombia que viajaron a Madrid -José Rafael Revenga y Tiburcio Echeverría-, el Libertador remitió una carta fechada en Bogotá el 24 de enero de 1821, en la cual ofrecía a la Metrópoli una reconciliación basada en el reconocimiento de la Independencia
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En carta escrita el 24 de mayo de 1821 desde Guanare a su amigo el letrado y estadista Pedro Gual (carta de la cual se conoce sólo el fragmento que reproducimos), Bolívar expresa su preocupación ante las tensiones sociales exacerbadas por la guerra
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Desde San Carlos, el 13 de junio de 1821, en vísperas de la batalla de Carabobo, Bolívar analiza en carta dirigida al General Santander los peligros de un sistema político basado en puras teorías y no en las realidades políticas, económicas y sociales del momento
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En comunicación oficial dirigida el 14 de julio de 1821 desde Valencia al Presidente del Congreso de la Gran Colombia reunido en Calcuta, el Libertador, en recompensa por la victoria obtenida en Carabobo, solicita que el Congreso decrete que los hijos de esclavas que nazcan en el territorio de la República serán libres ipso facto
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En el discurso pronunciado el 3 de octubre de 1821 ante el Congreso de Cúcuta, al tomar posesión de la Presidencia de la República, Bolívar ratifica su vocación de militar y de ciudadano
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En carta oficiosa escrita en Cali el 2 de enero de 1822 al poeta y estadista ecuatoriano José Joaquín de Olmedo -quien presidía la junta de Gobierno de Guayaquil-, el Libertador declara que esta ciudad y su región, como parte del Ecuador, deben integrarse a la Gran República de Colombia
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Carta de Bolívar al Obispo de Popayán, Salvador Jiménez de Enciso, fechada en Pasto el 10 de junio de 1822, donde lo exhorta a permanecer en su Diócesis bajo el Gobierno Republicano, y se refiere a las relaciones de los nuevos Estados con el Vaticano
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Carta particular fechada en Guayaquil el 29 de julio de 1822, donde le explica al Vicepresidente Francisco de Paula Santander lo tratado con el Protector del Perú, General José de San Martín, durante la entrevista sostenida días antes en Guayaquil
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En carta particular escrita el 26 de setiembre de 1822 desde Cuenca (Ecuador) a su amigo Fernando de Peñalver -quien se hallaba en Venezuela- el Libertador se refiere a la impopularidad de las instituciones monárquicas
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Carta oficial dirigida al Vicepresidente de la República encargado del Poder Ejecutivo en Bogotá, General Francisco de Paula Santander, en la cual defiende Bolívar la estabilidad de las instituciones y la continuidad constitucional. Tulcán (Ecuador), 31 de diciembre de 1822
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El Poder Moral, la Religión y la Filosofía, en relación con la Política, son los temas tratados por el Libertador en carta particular para su amigo payanés José Rafael Arboleda, fechada en Guayaquil a 15 de junio de 1823
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Carta fechada en Pativilca el 19 de enero de 1824, dirigida a su antiguo maestro Simón Rodríguez, en la que le expresa la alegría de saberlo de regreso a América, recuerda sus enseñanzas con viva gratitud y considera la obra que puede hacer Simón Rodríguez en los países emancipados. En la bibliografía bolivariana este documento es conocido como «La Carta de Pativilca» por antonomasia
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Esta carta escrita desde Pativilca, en la costa peruana, el 23 de enero de 1824, podría resumirse con los conceptos que al pie de la misma anotó el destinatario, General F. de P. Santander: «Bolívar manifiesta las más liberales y patrióticas ideas. Política europea después de la caída de la constitución de España»
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Convocatoria del Congreso de Panamá, firmada por el Libertador en Lima el 7 de diciembre de 1824, dos días antes de la batalla de Ayacucho. Como Jefe de Estado del Perú, dirige esta comunicación a cada uno de los Gobiernos siguientes: el de Colombia la Grande, el de México, el del Río de la Plata (Argentina), el de Chile, el de América Central (llamada entonces Guatemala)
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Proclama del Libertador a los soldados del Ejército vencedor en Ayacucho, expedida en Lima el 25 de diciembre de 1824; la causa de los derechos del hombre ha triunfado sobre la opresión
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Concluida prácticamente en Ayacucho la guerra, el Libertador le expone al General Santander sus ideas sobre la unión de los países hispanoamericanos mediante el Congreso de Panamá. Lima, 6 de enero de 1825
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El 10 de febrero de 1825, en Lima, Simón Bolívar devuelve al Congreso del Perú los poderes dictatoriales que éste le había conferido el año anterior cuando la existencia de la República estaba en juego. Obtenidas las victorias que sellaron la Independencia -Junín y Ayacucho-, el Libertador restaura el Estado de Derecho en el Perú
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A propósito del destino de las Provincias entonces llamadas Alto Perú (hoy Bolivia), el Libertador le expone al General Sucre sus ideas sobre el principio jurídico-diplomático del uti possidetis, el cual consistía, en sustancia, en que las nuevas Naciones hispanoamericanas debían constituirse en los límites de las grandes divisiones del Imperio español en América
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En carta dirigida al Ministro de la Gran Colombia ante el Gobierno Británico, Manuel José Hurtado, Bolívar expone un plan destinado a neutralizar cualquier empresa hostil de la Santa Alianza llevada a cabo con fuerzas navales y terrestres francesas contra los nuevos Estados de la América hispana. Lima, 12 de marzo de 1825
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El 16 de mayo de 1825, en Arequipa, el Libertador expide un decreto mediante el cual ratifica el del General Sucre de 9 de febrero anterior en La Paz. Quedaba así autorizada la reunión de una Asamblea de las Provincias del Alto Perú, la cual, el 6 de agosto de ese mismo año, declaró la Independencia y dio al nuevo Estado el nombre de «República Bolívar», cambiado después a «Bolivia»
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Bolívar ha llegado al Cuzco. Una serie de ideas se agolpan en su mente, las que expone en carta dirigida al General Santander -siempre en Bogotá- el 28 de junio de 1825: la gratitud de los pueblos; la evocación de la grandeza del Incanato; la defensa del indio; la posible creación de Bolivia; la administración pública; las guarniciones militares; la situación de Venezuela; la política interior del Perú; y la posibilidad de colocar a la Confederación hispanoamericana bajo la protección de Inglaterra
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En el Cuzco, el Libertador dicta el 4 de julio de 1825 un decreto en el cual se proclaman los derechos del indio como ciudadano y se prohíben las prácticas de explotación a que se le tenía sometido desde siglos atrás
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Por decreto expedido el 4 de julio de 1825 en el Cuzco, el Libertador dispone la distribución de tierras a los indígenas
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En carta particular escrita en el Cuzco a 22 de julio de 1825, dirigida al Presidente del Consejo del Perú, el prócer peruano Hipólito Unanue, el Libertador clama por la reorganización de las rentas del Estado y porque se persiga y se erradique el peculado
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En carta dirigida al Ministro de Hacienda del Perú, José de Larrea y Loredo, Bolívar expone algunas ideas tendentes a la liquidación de la deuda pública de aquel Estado. Potosí, 17 de octubre de 1825
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«El primer deber del gobierno es dar educación al pueblo», declara Bolívar al comienzo de su decreto de 11 de diciembre de 1825, expedido en Chuguisaca, mediante el cual organiza el sistema educativo de la nueva Nación Boliviana
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Decreto expedido en Chuquisaca el 11 de diciembre de 1825, por el cual se manda recoger y dar educación a los niños huérfanos
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Con el objeto de desarrollar la agricultura en el Departamento de Santa Cruz, el Libertador -mediante decreto dado el 14 de diciembre de 1825 en Chuquisaca- dispone que se distribuyan las tierras del Estado en dicha región boliviana. Este decreto presenta ciertas similitudes, pero también interesantes diferencias, con el expedido por el propio Bolívar en el Cuzco el 4 de julio del mismo año
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El Libertador estaba bien convencido de que toda política destinada al fomento -como se decía entonces- o al desarrollo -como decimos hoy- de una determinada actividad económica, por ejemplo la agricultura, exigía un conocimiento previo de la situación en que se hallase dicha actividad. Por esto, mediante decreto firmado en Chuquisaca el 17 de diciembre de 1825, ordena realizar un Censo Agrícola de Bolivia
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Con criterio singularmente moderno, Bolívar dicta en Chuquisaca, el 19 de diciembre de 1825, un decreto que prevé la preservación de las aguas, su uso racional, y la conservación de los bosques, así como la reforestación
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En una fecha no bien determinada, pero que corresponde a los meses iniciales de 1826, el Libertador anota en un borrador algunas ideas fundamentales acerca de los objetivos del Congreso que está por reunirse en el Istmo de Panamá. Es el documento denominado «Un Pensamiento sobre el Congreso de Panamá», donde, más allá de la diplomacia, del equilibrio de los poderes, del papel de las naciones hispanoamericanas y de Inglaterra, apuntan tres fines esenciales: la paz, el desarrollo y la «reforma social»
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Desde su residencia oficial de La Magdalena, cerca de Lima, el Libertador le escribe el 21 de febrero de 1826 una carta confidencial al General Francisco de Paula Santander, Vicepresidente de la Gran Colombia encargado del Poder Ejecutivo en Bogotá. Tras referirse a la situación política del Perú y de otros países sureños, Bolívar expresa su rechazo a los planes napoleónicos que desde Caracas le había insinuado el General José Antonio Páez por medio de su enviado Antonio Leocadio Guzmán
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Carta del Libertador al General José Antonio Páez, escrita el 6 de marzo de 1826 en su residencia de La Magdalena, cerca de Lima. Rechaza Bolívar en ella los planes «napoleónicos» que le habían sido insinuados y declara: «El título de Libertador es superior a todos los que ha recibido el orgullo humano»
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A consecuencia de la petición hecha por 52 Diputados del Congreso del Perú, Bolívar -en comunicación oficial dirigida al Consejo de Gobierno de dicha República- reafirma su f e en la soberanía popular como base del poder político y ratifica su concepto de la unidad fundamental de las naciones de Hispanoamérica. Magdalena, 27 de abril de 1826
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En carta particular al General Antonio Gutiérrez de La Fuente, quien se hallaba en Arequipa, el Libertador le expone su proyecto de confederación entre Colombia la Grande, el Perú y Bolivia, basada en la adopción de la Constitución Boliviana. Magdalena, cerca de Lima, 12 de mayo de 1826
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Desde La Magdalena, su residencia cercana a Lima, el Libertador le escribe el 23 de mayo de 1826 una larga carta particular al General Santander, quien dirigía en Bogotá el gobierno de Colombia la Grande. Entre otros temas, Bolívar se refiere al estado de la economía, la administración, los tribunales, la hacienda pública y otros aspectos de la situación gran colombiana que le preocupan
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En su Mensaje al Congreso de Bolivia, fechado en Lima el 25 de mayo de 1826, el Libertador analiza el Proyecto de Constitución Boliviana redactado por él que en esa fecha envía también al mencionado Congreso
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En carta escrita en Lima el 29 de mayo de 1826, el Libertador reprende severamente a su sobrino Anacleto Clemente Bolívar por su disoluta conducta. En esta carta, el Libertador destaca el papel que la educación, la dignidad y el autodominio desempeñan para el ascenso social del individuo, dando en ejemplo a muchos pobres guerrilleros que no tenían más familia que la patria
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Borrador de una comunicación que en forma de circular se proponía enviar el Libertador a destacados personajes de Colombia la Grande por mano de Antonio Leocadio Guzmán. El objetivo era promover un vasto movimiento de opinión favorable a la Constitución Boliviana. Lima, 3 de agosto de 1826
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En abril de 1826 estalla en Valencia, y se propaga luego a Caracas y a otras poblaciones, la denominada Revolución de La Cosiata, acaudillada por el General José Antonio Páez. Venezuela inicia la marcha hacia su separación de la Unión Gran Colombiana. Los Jefes del Oriente y de Maracaibo -los generales Bermúdez y Urdaneta, respectivamente- se enfrentan a Páez. La guerra civil está a punto de estallar. Bolívar regresa del Perú, pasa por Bogotá y se dirige a Maracaibo. Desde esta ciudad, el 16 de diciembre de 1826, exhorta a los venezolanos a evitar los males de una lucha fratricida
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El 23 de diciembre de 1826, desde Coro, el Libertador le dirige al General José Antonio Páez una carta en la cual ofrece una transacción para cortar la insurrección, pero acatando «la verdadera soberanía, que es la mayoría nacional»
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El 26 de abril de 1827, en Caracas, el Libertador ratifica por escrito que en 1821, después de la batalla de Carabobo, había concedido la libertad a su esclava María Jacinta Bolívar. Este y otros documentos similares demuestran que Simón Bolívar, como particular, se anticipaba a cumplir las normas que preconizaba como gobernante
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Desde Caracas, el 30 de abril de 1827, el Libertador le escribe particularmente a su amigo el general británico Sir Robert Wilson, quien residía en Londres. Entre otros temas, se refiere a los males causados en el cuerpo social por la corrupción, que todo lo envenena
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El 8 de junio de 1827, desde Caracas, el Libertador le escribe particularmente a su amigo el General Antonio José de Sucre, quien se hallaba en Chuquisaca (hoy Sucre) como Presidente de Bolivia. Después de hacer algunas apreciaciones y conjeturas acerca de la evolución política del Perú y países vecinos hacia el sur -en especial, Bolivia-, el Libertador le expone a Sucre algunas de las reformas de todo orden que ha llevado a cabo en Venezuela durante los últimos meses
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Hallándose en Turbaco, cerca de Cartagena, el Libertador dispone el 7 de agosto de 1827 que el sueldo de su cocinero sea eliminado de la nómina del Estado Mayor a fin de pagarlo de su propio peculio. Resoluciones como ésta demuestran la pulcritud con que manejaba los caudales del Estado
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Con el objeto de resolver la crisis en que se debatía la Gran Colombia en 1826 y 1827, se reunió una Gran Convención Nacional, la cual abrió sus sesiones en la ciudad de Ocaña a comienzos de abril de 1828. Desde el 29 de febrero de ese año tenía preparado Bolívar el Mensaje que hizo presentar oportunamente ante la Gran Convención, pues él no fue a Ocaña. Ese Mensaje constituye una conmovedora radiografía de la situación de la República en aquellos tiempos calamitosos
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Mientras la Gran Convención delibera en Ocaña, el Libertador se halla situado en Bucaramanga. Desde allí, el 12 de abril de 1828, le escribe al General José Antonio Páez, Jefe Superior de Venezuela, comentando la situación política general y exponiendo la relación entre las virtudes y el régimen democrático
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Al disolverse la Gran Convención, Bolívar regresa a Bogotá, donde asume el mando supremo. Los difíciles problemas de carácter político que debe resolver no le impiden recomendar medidas destinadas al fomento de la agricultura, como lo hace en esta carta dirigida al General Páez el 16 de agosto de 1828
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En carta dirigida al General José Antonio Páez, Jefe Superior de Venezuela, el 26 de agosto de 1828 desde Bogotá, el Libertador le expone algunas de sus ideas para lograr «el equilibrio social, la libertad de todos y la estabilidad del gobierno». En la continuación de esa carta, escrita el día 27, Bolívar se refiere a un asunto particular, relacionado con las minas de Aroa que deseaba vender
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Ante el vacío de poder creado por la disolución de la Convención de Ocaña, el Libertador asume el mando supremo del Estado y dicta, para normar su propia acusación, un Decreto orgánico expedido el 27 de agosto de 1828 en Bogotá
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A mediados de diciembre de 1828 el Libertador tomó un breve reposo en el lugar de Bojacá, en la Sabana de Bogotá, no lejos de la capital. Desde allí le escribió el día 16 una carta oficiosa al Dr. Estanislao Vergara, Ministro de Relaciones Exteriores, quien se hallaba en Bogotá. Entre otros temas, Bolívar se refiere a la necesidad de informar a la opinión pública a fin de evitar que tomen vuelo ciertas calumnias
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Con el título de «Una mirada sobre la América Española» el Libertador redactó un artículo destinado a ser publicado en un periódico o en un folleto. En este texto -cuya autoría por Bolívar es indubitable, aunque en el cuerpo del escrito se mencione al Libertador en tercera persona- se analiza con descarnada sinceridad la situación que entonces imperaba en las naciones hispanoamericanas. El artículo carece de fecha, pero debe ser de los meses de abril-junio de 1829
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Desde el campo de Buijó, frente a Guayaquil -ciudad ocupada entonces por fuerzas peruanas-, el Libertador le escribe el 13 de julio de 1829 al Dr. Estanislao Vergara, Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia la Grande y miembro del Consejo de Gobierno en Bogotá. Al analizar la situación política, Bolívar considera tres opciones: la disolución de la Gran Colombia, el establecimiento de un gobierno vitalicio basado en la Constitución Boliviana y la entronización de un príncipe extranjero. Esta última posibilidad, que había sugerido el Consejo de Gobierno, no le parece viable
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Mediante un decreto dictado el 31 de julio de 1829 en Guayaquil -ciudad que poco antes había sido evacuada por los peruanos-, el Libertador establece normas para el racional aprovechamiento y la debida conservación de la riqueza forestal en Colombia la Grande
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El 5 de agosto de 1829, en Guayaquil, el Libertador contesta una carta que el 31 de mayo le había escrito desde Bogotá el Coronel Patrick Campbell, Encargado de Negocios Británico ante el Gobierno de Colombia la Grande. El Libertador se refiere al proyecto de monarquía iniciado por el Consejo de Gobierno de Bogotá mientras él se hallaba en campaña en el Ecuador, y diplomáticamente muestra todos los inconvenientes que encierra el proyecto de coronar a un príncipe europeo
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Todavía en Guayaquil, donde debía firmarse la paz entre el Perú y la Gran Colombia, el Libertador piensa cada vez más en retirarse del mando. En carta dirigida el 13 de setiembre de 1829 al General José Antonio Páez así lo manifiesta, y le expone también que ha expedido «una circular convidando a todos los ciudadanos y corporaciones para que expresen formal y solemnemente sus opiniones». Es, una vez más, el recurso al pueblo soberano. Junto a las preocupaciones de orden político está la comprensión de las necesidades de la economía: comercio y agricultura
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En carta escrita desde Guayaquil el 13 de setiembre de 1829 a su antiguo edecán el General Daniel Florencio O'Leary, expone el Libertador sus puntos de vista relativos a la situación política y bosqueja algunas posibles soluciones a la crisis que vive la Gran Colombia
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El 24 de octubre de 1829 el Libertador firma en Quito un decreto que había sido preparado por el Consejo de Gobierno en Bogotá. Este importante documento contiene la declaración de que «las minas de cualquiera clase corresponden a la República» y constituye, por consiguiente, la base del actual Derecho Minero y de Hidrocarburos en Venezuela
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El 6 de diciembre de 1829 el Libertador se hallaba en Popayán, en marcha hacia Bogotá, adonde iba para abrir las sesiones del Congreso. En carta dirigida a Antonio Leocadio Guzmán, quien estaba en Venezuela, Bolívar reitera su negativa absoluta y terminante a ceñirse una corona
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El 20 de enero de 1830, ante el Congreso reunido en Bogotá, el Libertador hace en su Mensaje un recuento de los sucesos ocurridos durante los dos últimos años, bosqueja la situación de la república y presenta su renuncia al Poder Supremo
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Desprendido ya del mando, el Libertador se halla en Barranquilla, en la costa norte de Colombia. Desde allí le dirige el 9 de noviembre de 1830 una extensa carta al General Juan José Flores, Jefe del Ecuador -un Estado que se había separado ya de la Gran Colombia-, donde Bolívar expresa tristes reflexiones sobre la marcha de la Revolución. El asesinato de Sucre le había conmovido profundamente, tanto por la excelsa amistad que a él le unía como porque el Gran Mariscal de Ayacucho hubiera sido el heredero espiritual y político del Libertador
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En la Hacienda de San Pedro Alejandrino -propiedad del hidalgo Joaquín de Mier cercana a Santa Marta- el Libertador redacta su última proclama. Este documento, firmado el 10 de diciembre de 1830, una semana antes de su muerte, representa el legado de Bolívar para sus compatriotas de Colombia la Grande -venezolanos, colombianos, ecuatorianos, panameños- y para los pueblos todos de América

PENSAMIENTO POLITICO VENEZOLANO EMANCIPADOR

Pensamiento político de la emancipación venezolana
Compilación, prólogo y cronología: Pedro Grases. Bibliografía: Horacio Jorge Becco
Materias: Historia de Latinoamérica s. XIX, Pensamiento político s. XIX, Emancipación latinoamericana
Páginas: XXIX + 434
País: Venezuela.
AgotadoDesde un principio, la Independencia de Venezuela, la peculiaridad del proceso mediante el cual este país rompió sus vínculos políticos con España, llamó la atención de otros pueblos y, en varios casos, le sirvió de ejemplo y modelo. Posteriormente, el tema ha seguido despertando la curiosidad de los historiadores y suscitando sus investigaciones: sin antecedentes que permitiesen suponerlo, esta porción de América, encabezada por la ciudad de Caracas, da al mundo hispánico una generación de personalidades de primer orden, cuyo conjunto es expresión de madurez evolutiva en los aspectos sociales e intelectuales. Y no es para menos cuando tal proceso tuvo como protagonistas a hombres que marcaron el destino americano: Bolívar, Miranda, Bello, Sucre, Simón Rodríguez, así como actores menos divulgados entre los que se encuentran Juan Germán Roscio o Miguel José Sanz. Los textos presentados en esta antología fueron producidos entre los años 1776 y 1830 y, así, el título aquí presentado aumenta el conjunto de las obras que Biblioteca Ayacucho ha dedicado a la época de la independencia entendida como proceso continental.

LA IDEA DE LOS PRIMEROS VENEZOLANOS SOBRE LA EMANCIPACION

Aparentemente, el cultivo de la tradición clásica en el territorio colonial de lo que hoy es Venezuela no tuvo un comienzo tan vigoroso y brillante como el que la historia registra en las grandes capitales virreinales de América, como México, Lima o Bogotá, verdaderos centros de la cultura hispánica en este continente. Sin embargo, recientes estudios revelan la existencia de un movimiento insospechado, motorizado por un interés de la aristocracia mantuana colonial por el cultivo de las artes y de la literatura, sin el cual no puede explicarse la eclosión intelectual que precedió a los movimientos revolucionarios que desembocaron en la Independencia de Hispanoamérica. Idelfonso Leal, en su Libros y bibliotecas en Venezuela Colonial. 1633-1767 (Caracas, 1979), enumera los títulos que por estos años eran de especial predilección para estos primeros colonos en Venezuela. Allí, después de las hagiografías y los libros litúrgicos, se mencionan autores como Virgilio, Ovidio, Terencio, Tito Livio, Tácito y Séneca. No faltan tampoco las obras de Tomás, Agustín y muchas veces hasta Aristóteles en su original griego; pero, sobre todo, están el Arte y el Vocabulario (diccionario) de Nebrija, herramientas fundamentales para todo el que quisiera iniciarse en el estudio de la lengua del Lacio. Es de esperar que con el paso de los años, y sobre todo a raíz del auge económico experimentado en el siglo XVIII, debido en Venezuela al incremento de la producción del café y del cacao, la lista de la aduana de Sevilla creciera en extensión y variedad. Estos título deberán sumarse a la cantidad de libros y documentos prohibidos por las autoridades imperiales que sin embargo ingresaban junto al comercio ilegal sostenido con las Antillas inglesas y francesas. Sorprende empero que junto al Abate Raynal, Rousseau o Montesquieu, cuyos títulos conseguían fácilmente burlar el rígido control de las aduanas, continúen figurando Horacio, Suetonio, Marcial, Homero, César u Homero en las listas de las bibliotecas coloniales, y aún en los testamentos familiares, como preciosas herencias.

Es también de esperar que la aristocracia mantuana no se siguiera conformando con asistir a Santo Domingo, Bogotá o Lima para poder optar a un grado de doctor. Ya desde el siglo XVI se habían venido fundando diversas cátedras de latinidad a lo largo de todo el territorio. En 1576 fue fundada la primera de éstas en la ciudad de Trujillo, y en 1629 se fundó el Colegio de San Francisco Javier de Mérida, regentado por jesuitas, el cual puede ser considerado como el primer gran colegio venezolano. Allí impartieron clases reconocidos latinistas criollos, peninsulares e italianos durante 139 años ininterrumpidos, hasta la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767. Solamente en una década, de 1772 a 1782, durante el obispado de Mariano Martí, se fundaron nueve de estas cátedras en La Guaira, Maracaibo, Carora, Trujillo, Guanare, Calabozo, Villa de Cura, Villa de San Carlos y Valencia. Poco después, en 1785, dieciocho años después de la clausura del Colegio de San Francisco Javier de Mérida, el obispo Fray Juan Ramos de Lora fundó el Seminario de San Buenaventura, precedente inmediato de lo que hoy es la Universidad de Los Andes. En sus Actas de Constitución, el Obispo Lora dispone que haya “un maestro cuyo oficio ha de ser enseñar la Lengua Latina a los jóvenes (...) y promoviendo con la mayor aplicación y esmero el aprovechamiento de sus discípulos”1. Cuatro años más tarde, en marzo de 1789, el rey concedió el título de Real Seminario a la Casa de Estudios emeritense, por lo que se estableció, ya formalmente, una Cátedra de Latín que tenía como texto fundamental el Arte de Nebrija. En 1795 la Cátedra se dividió en Menores (gramática) y Mayores y Elocuencia, siguiendo la tradición que desde Donato se mantuvo hasta comienzos del presente siglo. Aún hoy es posible acceder a la Sección de Libros Antiguos de la Biblioteca Central “Tulio Febres Cordero” y observar, no sin emoción, los viejos ejemplares de Ovidio, Horacio o Plinio, anotados y subrayados por aquellos primeros latinistas venezolanos.2

Es de suponer que también hayan existido estudios de latinidad en Caracas desde fechas muy anteriores. De hecho, ya en tiempos del historiador Oviedo y Baños existían en la ciudad tres conventos3, regentados por dominicos, franciscanos y mercedarios. Las crónicas nos refieren acerca de las frecuentes disputas que al parecer solían protagonizar dominicos y franciscanos, quienes respectivamente se tenían por auténticos intérpretes de la doctrina tomista4. Por ello, no es de extrañar que ello haya sido un importante precedente para el desarrollo de un clima propicio para la discusión y la confrontación de ideas, el cual dominó los años precedentes a la Emancipación. Lo que sí está claro es que los caraqueños se aficionaron de tal modo a estos estudios, que en 1752 siete notables de la ciudad solicitaron formalmente a Madrid el establecimiento de una fundación de la Compañía de Jesús, debido a la saturación de los centros ya existentes. Este suceso no deja de ser llamativo, habida cuenta de que, para la época, Caracas no cuenta con más de mil habitantes blancos, que son los que tenían derecho al estudio.

Es atendiendo estas aficiones y correspondiente demanda de plazas que ya desde 1696 se había fundado el Real Seminario de Santa Rosa, el cual constaba de una Cátedra de Gramática o Menores y otra de Retórica o Mayores. Veintinueve años más tarde, sesenta antes que el Seminario de Mérida, se instaló oficialmente la Real y Pontificia Universidad de Caracas, en cuyo anexo siguió funcionando el Seminario, y consta que para comienzos del siglo XIX ambas instituciones compartían la enseñanza del latín en la ciudad.5

No cabe duda de que la Universidad de Caracas fue el gran centro que motorizó, desde su fundación, los estudios filológicos y filosóficos, y por ende el cultivo del latín y del griego en el país. Valiosos docentes impartieron allí sus lecciones, de modo que no es posible comprender la cultura de los ideólogos y protagonistas de la Emancipación sudamericana sin conocer la huella profunda de la Universidad caraqueña. Efectivamente, sorprende constatar la profunda influencia de la historia, la filosofía y la literatura grecolatinas en la formación humanística de los ideólogos de la Emancipación, quienes continuamente recurren a la tradición clásica, no sólo en sus discursos y proclamas, sino incluso en sus propias cartas personales o hasta proyectos constitucionales6.

Uno de estos docentes caraqueños fue Antonio José Suárez de Urbina, cuyo Cursus Philosophicus7 se conserva como muestra de la lucha que ya a mediados del siglo XVIII se libraba en el mundo hispánico entre el último escolasticismo aristotélico y tomista y los precursores del nuevo pensamiento empirista y cartesiano. Acorde con la tradición, los cursos dictados durante el trienio (lógica, física y metafísica) eran también copiados y comentados en latín. Similares cursos se conservan en manuscritos, y demuestran el alto grado de desarrollo de la lengua latina alcanzado en la Universidad de Caracas como vehículo del conocimiento, antes de las reformas surgidas a raíz de las Guerras de Independencia.
Un gran provecho sacaremos si entendemos la Emancipación hispanoamericana como el último enfrentamiento entre el viejo orden, imperial y clasicista, y el nuevo, republicano y romántico, que no por librado en el Nuevo Mundo deja de tener su origen en la misma Europa. Esta lucha, como se ve, se libró por igual en los campos de batalla y en los libros de filosofía y poesía8. En este sentido, es de suponer que con el triunfo del nuevo pensamiento y el desplome del antiguo régimen fue mucho lo que tuvo que perder el cultivo del latín y de los estudios clásicos. Sin embargo, para los patriotas vencedores no era posible desprenderse radicalmente de tres siglos de herencia clásica, pues los estudios clásicos constituyeron la raíz misma de la cultura imperial. Así puede entenderse el hecho de que Andrés Bello, el humanista venezolano, hubiera sido autor de una Gramática Latina, un Manual de Derecho Romano y una Historia de la Literatura Latina9. Bello, gran admirador e imitador de Virgilio y de Horacio, propugnaba una poética original para Hispanoamérica, que no rompiera, sin embargo, con sus raíces clásicas e hispánicas. De igual modo, cuando Bolívar, durante su última visita a Caracas en 1827, se dispone a reformar la Universidad con la ayuda del sabio José María Vargas, alteró algunas de las disposiciones más rígidas acerca del uso del latín, pero jamás se planteó eliminar su uso.10


1 Chalbaud Cardona, E. Historia de la Universidad de Los Andes. Mérida, 1966.

2 v. Millares Carlo, A. Libros del siglo XVI. Biblioteca “Tulio Febres Cordero”. Mérida, 1978.

3 Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela. Caracas, 1992.

4 Muñoz, A (Ed.). Axiomata caracensia. Introducción. Maracaibo, 1994.

5 vid. Leal, I. Historia de la U.C.V. Caracas, 1981; Tejera, ma. Josefina. El movimiento regresivo del latín como lengua del saber en Venezuela. en: “Praesentia. Revista Venezolana de Estudios Clásicos”, Nº 1, Mérida, julio 1996.

6 Hay copiosa bibliografía que recoge y estudia los escritos de la Emancipación venezolana, así como su relación con la herencia clásica. De modo general, citamos el exhaustivo trabajo de Mario Briceño Perozo, Reminiscencias griegas y latinas en las obras del Libertador (Caracas, 1992), así como García Bacca, J. D., Los clásicos griegos de Miranda (Caracas, 1967), Navarrete Orta. Literatura e ideas en la historia hispanoamericana, Pino Iturrieta, E. La mentalidad venezolana de la Emancipación (Caracas, 1991. Para los documentos de la Independencia, vid. Simón Bolívar, Doctrina del Libertador (Caracas, 1976) y Escritos fundamentales (Caracas, 1983), así como José L. Romero y Luis A. Romero (Eds.) Pensamiento Político de la Emancipación (Caracas, 1977).

7 Cursus Philosophicus Antonii Jphi. Suaretii de Vrbina. Logica. Muñoz, Velázquez y Liuzzo (Eds.) Maracaibo, 1995.

8 Para las relaciones entre poética y política en la Independencia venezolana vid. Cussen, A. Bello and Bolívar. Poetry and Politics in the Spanish Revolution, Cambridge, 1992. (Trad. esp. Caracas, 1995).

9 La bibliografía acerca de los estudios bellistas es muy extensa. Citamos por su interés en este respecto el clásico estudio de Rafael Caldera. Andrés Bello (Caracas, 1935) así como el artículo de Leal, I. Andrés Bello y la Universidad de Caracas, en: Nuevas crónicas de Historia de Venezuela (Caracas, 1985), igualmente los estudios de Scocozza, A. Filosofía, política y derecho en Andrés Bello (Caracas, 1989) y el ya citado de Cussen op. cit. Las Obras Completas de Bello fueron reimpresas recientemente por la Casa de Bello (Caracas, 1988).

10 La comunicación entre los condiscípulos en otra lengua que no fuera el latín, aún en los pasillos de la Universidad, era severamente penada, por ejemplo. vid. Tejera, op. cit. y Leal (1981).

11 vid. Parra León, C. Filosofía Universitaria Venezolana (Caracas, 1989) y Henríquez Ureña, P. Historia de la cultura en la América Hispana (México, 1994).

12 Pino Iturrieta, E. Las ideas de los primeros venezolanos. Caracas, 1992.

13 Muy celebrada ha sido su traducción del poema de Lucrecio, objeto de reiterada atención por parte de Ángel Cappelletti en su edición del mismo (Caracas, 1982). Lisandro Alvarado representa, en opinión del filósofo argentino, la más importante figura de la filología clásica venezolana de la segunda mitad del s. XIX. vid. Cappelletti, Á. El positivismo en Venezuela (Caracas, 1995).